Ethel Riquelme.
Parecía que el respeto, la legalidad y la disciplina eran inherentes a las fuerzas armadas; portar uniformes, insignias, armamento y la facultad exclusiva del uso legítimo de la fuerza, dotaba a sus elementos de una credibilidad pública ratificada en cada encuesta; el Ejército y/o la Marina siempre por arriba de la Iglesia y hasta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pero luego… llegó la Guardia Nacional y todo se ha vuelto cotorreo, descrédito y hasta borrachera.
Lejos de contribuir a la solución de los graves problemas de inseguridad dada la garantía de orden, respeto, disciplina y legalidad por tratarse de militares asignados a la Guardia Nacional, por el contrario, los elementos han empezado a dar las más grandes muestras de falta de valores, de adiestramiento, capacitación y, lo peor, de mando.
El comunicado emitido ayer por parte de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana para responder, con 10 horas de retraso, al video difundido y, por supuesto, viralizado, donde dos elementos de la Guardia Nacional y un civil conversan afuera de una cantina, con dificultades para sostenerse de pie en el municipio de Coatepec, a donde fueron asignados a labores de seguridad en el Estado de Oaxaca, es una verdadera obra de arte de la comunicación de la naciente Guardia Nacional.
Pocas veces se podrá leer por parte de las fuerzas armadas de México un documento oficial donde justifican que tres elementos no hayan llegado a la formación, al pase de guardia, a la entrega de su servicio y de sus armas, pero menos, por encontrarse alcoholizados. Pareciera que son de la GN, pero no. Antes son soldados y marinos.
Dice el documento: “Elementos de la Guardia Nacional e integrantes de la subcoordinación Regional Coatepec fueron desplegados en el Municipio el pasado 22 de julio, con el fin de realizar actividades de prevención del delito durante las fiestas patronales que se celebraban en el lugar. Durante el pase de lista se detectó la ausencia de tres elementos por lo que se ordenó su búsqueda, quienes posteriormente fueron localizados en aparente estado de ebriedad”.
Es necesario recordar que todos ellos son miembros de la Policía Naval, de la Militar o de la Federal, cuya formación ya estaba madura, ya contaban con los conocimientos y la doctrina necesaria, pero evidentemente, como se anticipó, no tenían ni idea de los mecanismos de aproximación social para realizar labores de seguridad pública.
Que tres soldados de la Guardia Nacional se alcoholicen, evidentemente es mucho menos grave ante la posibilidad de que sean torturadores, que puedan llegar a usar la violencia de manera indiscriminada, que puedan estar involucrados en desapariciones forzadas, en casos de corrupción e incluso secuestro contra la población. Sí, pero también en delitos como esos han estado metidos en los últimos meses elementos del Ejército Mexicano.En más de una docena de hechos que involucran a la Guardia Nacional desde el 26 de mayo pasado, fecha de su creación y hasta el momento, lo que ha imperado es la confusión, cuando con desatino y poca limpieza, la Secretaría de la Defensa Nacional ha atribuido carácter de Guardia Nacional a elementos que en realidad pertenecen al Ejército y se puede confirmar en testimoniales de video.
Y lo mismo, pero al revés, cuando ha preferido atribuirse como soldados a aquellos elementos que puedan haber cometido algún error para que no sean calificados de la Guardia Nacional y mantener sin mancha a la corporación.
El gobierno del presidente López Obrador, pero particularmente los secretarios de la Defensa, General Luis Crescencio Sandoval, y de la Armada, Almirante Rafael Ojea, deben estar muy conscientes que será imposible durante los próximos cinco años mantener inmaculada a la Guardia Nacional y que los costos de lo que ahí suceda serán directamente atribuibles a las fuerzas armadas.
Porque las instituciones las hacen sus hombres y mujeres, no el gafete, ni el uniforme, y los elementos de la GN en esta primera generación, el pie de reserva, son hijos de la milicia, incluso cuando son los hijos desobedientes y se portan mal.

