En un contexto global donde la preocupación por la conservación del medio ambiente y la biodiversidad está en constante aumento, la labor de investigadores como Clarita Rodríguez Soto se erige como un faro de esperanza en la lucha por proteger nuestros ecosistemas más vulnerables. Desde la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), esta prominente investigadora ha dedicado casi dos décadas a estudiar los complejos fenómenos biológicos y geoespaciales que definen nuestras áreas naturales protegidas.

El trabajo de Rodríguez Soto se centra en la identificación de zonas en riesgo debido al cambio climático, utilizando modelos georreferenciados que analizan la distribución de diversas especies de flora y fauna, tal como se establece en la Norma Oficial Mexicana 059 SEMARNAT 2010, que enumera las especies en peligro. Su objetivo no es solo señalar las áreas amenazadas, sino también proponer estrategias concretas para conservar la biodiversidad en el Estado de México.

Una de las piezas clave en su investigación son los corredores biológicos, una red de áreas que conectan hábitats fragmentados, permitiendo el desplazamiento de especies y facilitando la migración en busca de condiciones más favorables. Rodríguez Soto destaca la importancia de estos corredores como una herramienta vital para garantizar la supervivencia a largo plazo de especies vulnerables. Áreas naturales protegidas como el Parque Estatal «El Oso Bueno» y el Parque Ecológico y Recreativo de Tenancingo, Malinalco y Zumpahuacán se destacan como ejemplos de la implementación efectiva de estos corredores en el Estado de México.

Sin embargo, la tarea de conservar estos espacios no recae únicamente en manos de los científicos. Rodríguez Soto enfatiza la necesidad de la participación activa de la población en la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales. La sensibilización y la educación ambiental juegan un papel fundamental en este proceso, fomentando prácticas como la creación de huertos, policultivos y jardines para polinizadores, así como el abandono de prácticas dañinas como el uso indiscriminado de pesticidas. Asimismo, una planificación urbana responsable y la consideración de los corredores biológicos en la construcción de infraestructuras son aspectos cruciales para garantizar la viabilidad a largo plazo de estos ecosistemas.

En este sentido, la labor de Rodríguez Soto trasciende el ámbito académico para convertirse en un llamado a la acción. Su compromiso con la conservación de la biodiversidad no solo se refleja en sus investigaciones, sino también en su esfuerzo por involucrar a la sociedad en la protección de nuestro patrimonio natural. Como ella misma afirma, «si no conoces lo que tienes, no lo puedes conservar».