En un mundo donde las desigualdades y la violencia de género aún prevalecen, la promoción de una cultura de paz debe abordarse desde una perspectiva inclusiva y equitativa. Así lo sostiene Guillermina Díaz Pérez, profesora e investigadora de la Maestría para la Paz y el Desarrollo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), quien destaca que sin una perspectiva de género, cualquier esfuerzo por fomentar una cultura de paz quedaría incompleto.
«Para cultivar una cultura de paz es indispensable promover nuevas relaciones sociales que generen la mayor justicia social entre todas, todos y todes», enfatiza Díaz Pérez. La académica explica que la cultura de paz implica formas de convivencia y resolución de conflictos mediante acciones pacíficas y valores que fomenten la no violencia hacia las personas, la naturaleza y los seres vivientes.
La profesora Díaz Pérez subraya que las sociedades actuales están profundamente influenciadas por una cultura patriarcal que fomenta relaciones de género desiguales y discriminatorias. Estas relaciones no solo son injustas, sino que también son violentas por naturaleza. Por ello, es crucial crear dinámicas sociales con el menor número de violencias posibles, basadas en el respeto mutuo.
“Cuando hablamos de una cultura de paz, necesariamente debemos hacerlo desde una perspectiva de género porque eso implica que de forma conjunta transformaremos las relaciones desiguales y estereotipadas entre hombres, mujeres y personas de la diversidad sexual, promoviendo la justicia social y el respeto a la otredad a través de la no violencia”, argumenta Díaz Pérez.
La construcción de una cultura de paz desde la perspectiva de género busca garantizar que hombres, mujeres y personas de la diversidad sexual tengan las mismas oportunidades y derechos, tanto en el ámbito público como en el privado. «No se trata solo de que las mujeres participen en la esfera pública, sino también de que los hombres se involucren en la esfera privada y en las tareas de cuidados», destaca la investigadora.
Este enfoque busca romper con los estereotipos tradicionales y promover una distribución equitativa de responsabilidades y oportunidades. La cultura de paz, en este sentido, nos invita a reconocer la necesidad de cuidar de todos y todas, independientemente de su género.
Guillermina Díaz Pérez también aborda la naturaleza inevitable del conflicto en la vida cotidiana. Sin embargo, resalta que la clave no está en evitar los conflictos, sino en resolverlos de manera no violenta. «El conflicto es cotidiano y permanente, pero si se trata de resolver estos conflictos de forma no violenta, a través del diálogo y la consideración hacia la otredad, podemos construir relaciones más justas y equitativas», explica.
Para Díaz Pérez, el diálogo no solo implica conversar, sino también escuchar, incluso cuando los puntos de vista son distintos. Este enfoque es fundamental para fomentar una cultura de paz en la que todas las voces sean escuchadas y respetadas.
La profesora Díaz Pérez destaca el papel crucial de las adolescencias y juventudes en la construcción de una cultura de paz. Al respetarse a sí mismos y a los demás, y al convivir sin agredir, los jóvenes pueden ser agentes de cambio significativos. «La mejor disposición de ser participativos y solidarios, pensando que los mismos derechos y oportunidades que desean para sí, los merece toda la humanidad», afirma.
Finalmente, como directora editorial de Convergencia: Revista de Ciencias Sociales, Guillermina Díaz Pérez señala que los problemas ambientales y las noticias diarias reflejan la urgencia de ejercer una cultura de paz en todas nuestras acciones. «Es fundamental procurar no ejercer violencia y promover relaciones basadas en la equidad y el respeto», concluye.
La perspectiva de género no es solo una herramienta para lograr una cultura de paz; es su piedra angular. Sin ella, cualquier intento de construir una sociedad más justa y equitativa estaría condenado al fracaso. La reflexión y acción conjunta desde esta perspectiva es la clave para avanzar hacia un futuro más pacífico y justo para todas, todos y todes.

