Las mordeduras y picaduras de animales venenosos representan un riesgo latente para la salud pública del Estado de México, debido al impacto que tienen en distintos sistemas del cuerpo humano, como el circulatorio, neurológico, motriz y epidérmico. Con el propósito de alertar e informar a la población sobre esta problemática, los especialistas Juan Guido y Armando Sunny, del Centro de Investigación en Ciencias Biológicas Aplicadas de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), publicaron el artículo “Biodiversidad venenosa del Estado de México” en la Revista Universitaria.
En su trabajo, los científicos hacen un detallado recorrido por los principales casos de envenenamiento registrados en la entidad, clasificando a las más de 200 especies identificadas de acuerdo con el nivel de riesgo que representan. Su objetivo: fomentar una cultura de prevención sin generar alarma ni promover la eliminación indiscriminada de estas especies, muchas de las cuales juegan un papel crucial en el equilibrio ecológico.
Los insectos, a pesar de su abundancia, no figuran entre las principales causas de intoxicación. No obstante, los investigadores destacan que las picaduras de himenópteros —grupo que incluye avispas, abejas y hormigas— así como las de algunas orugas, pueden ser potencialmente peligrosas si el paciente presenta alergias. En estos casos, una reacción anafiláctica puede poner en peligro la vida del afectado, por lo que la atención médica inmediata es fundamental.
En cuanto a los arácnidos, existe un seguimiento más riguroso por parte de las autoridades sanitarias, debido a su alta toxicidad. Especies como la araña violinista, la viuda negra y los alacranes son responsables de un número considerable de incidentes en territorio mexiquense. Las consecuencias de sus picaduras van desde necrosis localizada hasta fallas sistémicas severas, por lo que la atención médica oportuna y el acceso a antídotos específicos son esenciales para la recuperación del paciente.
Por otro lado, el envenenamiento por mamíferos es escaso. En el caso de los murciélagos, el miedo que suscitan suele estar relacionado con enfermedades que pueden transmitir, como la rabia, y con los estigmas culturales sobre su dieta hematófaga. Los especialistas subrayan que, lejos de representar una amenaza constante, estos mamíferos cumplen funciones ecológicas vitales como el control de plagas y la dispersión de semillas.
Donde sí se registra una incidencia mayor es en el caso de las mordeduras de reptiles, en particular serpientes. Las serpientes de cascabel, endémicas de varias regiones del Estado de México, representan una de las amenazas más serias debido a su tamaño y al complejo cuadro clínico que genera su veneno. Por ello, diversas unidades médicas de la entidad están equipadas con antídotos específicos que permiten una intervención rápida y eficaz.
Guido y Sunny hacen hincapié en que todos los animales, incluso los venenosos, tienen una función dentro del ecosistema. Algunos contribuyen a la polinización, otros controlan poblaciones que podrían desestabilizar el medio ambiente, y algunos más poseen compuestos bioactivos que podrían ser clave para el desarrollo de nuevos medicamentos.
En este sentido, los investigadores hacen un llamado a la población a no atacar o eliminar de manera indiscriminada a estas especies, sino a informarse y aprender a convivir de forma responsable con ellas. La educación ambiental, aseguran, es clave para evitar accidentes sin dañar la biodiversidad.
Finalmente, recomiendan que, ante cualquier situación de mordedura o picadura, se mantenga la calma, se solicite ayuda de inmediato y se acuda a un hospital que cuente con antivenenos. Para conocer las unidades médicas con disponibilidad de estos tratamientos, invitan a consultar la plataforma Redtox, que ofrece información actualizada sobre centros de atención especializados.
Consulta el artículo completo: Revista Universitaria – UAEMéx

