En un operativo binacional de alto impacto, José Juan Guadalupe Jacobo Regalado, “El J3”, fue extraditado a Estados Unidos para enfrentar cargos ante la Corte Federal de Arizona por asociación delictuosa y narcotráfico internacional. Considerado cerebro operativo de “Los Demonios” —brazo letal del Cártel de Sinaloa—, su red controlaba el flujo de heroína y metanfetamina desde México hacia Phoenix, generando ganancias millonarias y violencia transfronteriza. Esta entrega marca un triunfo sin precedentes en la guerra contra el crimen organizado, demostrando que ningún capo está fuera del alcance de la ley.
De Sinaloa a Arizona: la ruta desmantelada
Capturado en el temible Centro Penitenciario de Aguaruto (Sinaloa), donde coordinaba sus operaciones tras las rejas, “El J3” fue trasladado en secreto al AICM para su entrega a agentes federales estadounidenses. Su red operaba con precisión militar: utilizaba avionetas clandestinas, túneles y camiones blindados para inundar Arizona con 500 kg mensuales de drogas sintéticas. Intel mexicano reveló sus “centros de mando” móviles en la sierra, mientras EE.UU. rastreó sus cuentas en paraísos fiscales, tejiendo una red de pruebas irrefutables que lo condenarán a cadena perpetua.
Cooperación que corta cabezas
Esta extradición —ejecutada en tiempo récord— simboliza la alianza estratégica México-EE.UU. contra el narcoterrorismo. Fiscales de ambos países celebraron el golpe como “un modelo para desarticular células durmientes”, mientras Pentágono desclasificó tecnología satelital clave para ubicar sus laboratorios. “Es solo el inicio: perseguiremos a cada eslabón”, advirtió un alto mando. Para Arizona, significa esperanza: las calles de Phoenix perderán al principal proveedor de drogas que alimentaba su crisis de adicciones.

