El sector agrícola enfrenta una lucha constante contra un enemigo silencioso pero devastador: las plagas. Estas, en sus diversas formas, afectan no solo la calidad y cantidad de la producción alimentaria, sino también la economía y la seguridad alimentaria del país. Así lo advirtió la profesora e investigadora Martha Lydia Salgado Siclan, de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), al analizar el impacto de estos organismos sobre los cultivos.

La especialista explicó que el término «plaga» abarca una amplia gama de agentes biológicos dañinos, incluyendo virus, bacterias, hongos, insectos y malezas invasoras, todos ellos capaces de provocar alteraciones visibles en las plantas cultivadas, como manchas, deformaciones, daños en hojas y tallos, y pérdida de vigor. Más allá del impacto directo sobre los cultivos, las plagas generan efectos colaterales importantes en los precios de los alimentos y en la estabilidad económica de productores y consumidores.

“Cuando una plaga reduce la disponibilidad de un alimento, su precio en el mercado se eleva y puede provocar escasez, además de incentivar una dependencia excesiva de agroquímicos para su control”, advirtió Salgado Siclan, subrayando la necesidad urgente de adoptar prácticas de manejo sustentables y responsables.

Las plagas varían de acuerdo con el tipo de cultivo. En el caso del maíz, por ejemplo, son comunes el gusano elotero, el insecto barrenador de tallo y la langosta. En el frijol, el “picudo” comienza a atacar desde la fase de ejote. El aguacate enfrenta amenazas como los barrenadores de semilla y hueso, lo que ha llevado a implementar campañas nacionales de control. En el café, la roya y la broca representan serios riesgos, al grado de ser objeto de vigilancia permanente por parte de instituciones gubernamentales y agrícolas.

La profesora señaló además que los riesgos no terminan en la etapa de cultivo. Las plagas también pueden presentarse durante la poscosecha, afectando la conservación, almacenamiento y transporte de los productos. Incluso los espacios verdes como jardines, parques, encinos y pinos están expuestos a la acción de estos organismos, por lo que es esencial capacitar al personal encargado de su mantenimiento para detectar a tiempo los focos de infestación y actuar con conocimiento técnico.

“El manejo de plagas debe comenzar con una estrategia preventiva: monitoreo constante, detección oportuna y evaluación del umbral de daño. Estas acciones permiten tomar decisiones informadas y evitar el uso innecesario de productos químicos”, explicó. Asimismo, recomendó cuidar la fisiología y nutrición del cultivo como una medida de fortalecimiento natural ante ataques, y aplicar técnicas integradas de control, usando pesticidas solo cuando sea estrictamente necesario y siempre con conocimiento de su modo de acción para evitar la generación de resistencia.

A nivel nacional, existen programas normativos enfocados en el control sanitario de cultivos, en especial durante la importación y exportación de semillas y material vegetal. En cada entidad federativa, los Comités Estatales de Sanidad Vegetal operan campañas de monitoreo, control y asesoría a los productores, con el objetivo de fomentar prácticas agrícolas más sostenibles y efectivas.

Ante este panorama, Salgado Siclan hizo un llamado al sector agrícola para transitar hacia estrategias más amigables con el medio ambiente. “Es indispensable privilegiar el manejo integrado de plagas, combinando métodos ecológicos, culturales, biológicos y, cuando sea necesario, químicos. Solo así podremos proteger nuestros cultivos, asegurar la soberanía alimentaria y conservar los ecosistemas”, concluyó.