Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, encendió el debate político con una declaración que no deja espacio para ambigüedades: calificó a Morena como un “narcopartido”, acusándolo de pactar con criminales y traicionar al pueblo mexicano. Para el priista, no se trata de metáforas ni retórica incendiaria, sino de una “realidad palpable” reflejada en territorios dominados por el crimen y silencios institucionales que —a su juicio— equivalen a complicidad.
“Sus candidatos pactan con criminales, su dirigencia guarda silencio y su gobierno es cómplice o cobarde. No hay otra forma de llamarlo.”
La acusación ocurre en un contexto de creciente violencia, gobernadores morenistas bajo sospecha, y escándalos que involucran presuntos vínculos entre líderes locales de Morena y grupos delictivos. Moreno hilvana la narrativa en un momento en el que la seguridad pública, los pactos políticos y la gobernabilidad están en crisis.
“No es exageración, es realidad. Morena es un narcopartido. Y el que lo niegue, o es muy ingenuo, o parte del pacto.”
El presidente del CEN del PRI agregó que el país ha sido entregado al narco, señalando que la presencia del crimen organizado ha dejado de ser excepción para convertirse en norma en diversas regiones bajo gobierno morenista.
“La evidencia está en cada rincón de México tomado por el crimen. Morena no combate al narco, negocia con él. No defienden al pueblo, lo traicionan todos los días.”
Moreno busca posicionar al PRI no sólo como oposición política, sino como denuncia moral frente a lo que llama “traición institucional”. Su mensaje —difundido por redes sociales y replicado por líderes del tricolor— se inscribe en una campaña de reposicionamiento político de cara a los próximos comicios, donde la inseguridad será un tema central.

