En un momento donde los partidos buscan reconectar con las bases sociales más dinámicas, Alejandro Moreno, presidente nacional del PRI, lanzó un mensaje cargado de simbolismo político al reunirse con jóvenes priistas de todo el país. El encuentro se dio en el marco de los ciclos de formación para dirigentes juveniles “Enrique Ramírez y Ramírez”, espacio que el dirigente convirtió en plataforma para reafirmar la narrativa de recuperación institucional.
Moreno apeló a la energía, pasión y compromiso de las nuevas generaciones, describiéndolas como “la fuerza que mueve a México” y subrayando que “no son solo el futuro, son el presente que nos impulsa a luchar juntos”. El discurso, aunque revestido de entusiasmo, también revela una estrategia de reposicionamiento del PRI ante una ciudadanía cada vez más crítica y exigente, especialmente en temas de representación juvenil, congruencia ideológica y renovación interna.
La frase “vamos a recuperar el rumbo de nuestro país” no solo busca movilizar emocionalmente, sino que plantea una narrativa de rescate, en la que el PRI se presenta como actor capaz de corregir el trayecto nacional. En este contexto, el uso de la juventud como estandarte político adquiere doble lectura: por un lado, como apuesta legítima por el relevo generacional; por otro, como recurso simbólico para revitalizar una estructura partidista que ha enfrentado desgaste, fracturas internas y cuestionamientos éticos.
El evento, más allá de lo protocolario, se convierte en termómetro del discurso priista rumbo a los próximos procesos electorales. La confianza depositada en los jóvenes, según Moreno, será el motor para “defender el México que les toca vivir”, frase que condensa la intención de proyectar al PRI como fuerza vigente, combativa y en sintonía con las demandas de las nuevas generaciones.

