La Suprema Corte de Justicia de la Nación no solo cambió de presidente; cambió de paradigma. Hugo Aguilar Ortiz, primer ministro electo por voto popular, asumió el mando del máximo tribunal con un mensaje que no dejó espacio para la diplomacia: se acabaron los privilegios, comienza la justicia austera.
Tras tres horas de retraso y una ceremonia cargada de simbolismo en el Senado, Aguilar se presentó como orador único ante la presidenta Claudia Sheinbaum, los líderes del Congreso y una nación expectante. Su primer decreto fue claro: ningún integrante del Poder Judicial, en funciones o en retiro, podrá ganar más que la presidenta de México. Con ello, se pone fin a una era de sueldos estratosféricos que alcanzaban hasta los 385 mil pesos mensuales para ministros jubilados. El ajuste, dijo, permitirá ahorrar más de 800 millones de pesos al año.
Pero no se quedó ahí. Aguilar anunció la eliminación del seguro de gastos médicos mayores, la supresión de jubilaciones anticipadas, la afiliación obligatoria al ISSSTE y la cancelación de prestaciones que, durante años, blindaron a la élite judicial. “La austeridad no es precariedad. Es justicia presupuestaria”, sentenció.
El nuevo presidente de la Corte no solo habló de recortes, habló de transformación. Justicia digital, resoluciones en tiempo constitucional, perspectiva de género, inclusión de pueblos indígenas y afrodescendientes, y atención a derechos sociales y ambientales. Una Corte que no se encierra en expedientes, sino que se abre a la calle.
A las universidades, les lanzó un reto: formar abogados para servir, no para servirse. Porque la justicia, dijo, no se construye en soledad. Requiere de la academia, de la sociedad civil, de los colectivos ciudadanos. Requiere de todos.
La presencia de Sheinbaum, la primera de un presidente en más de tres décadas en una instalación de la Corte, marcó el inicio de una nueva relación entre poderes: respeto, diálogo y colaboración, pero sin subordinación. “La Constitución será nuestra espada y nuestro escudo. Ni por encima ni por debajo de ella”, dijo Aguilar, cerrando su discurso con un llamado a devolverle al pueblo la justicia que le ha sido negada por décadas.
Tras la ceremonia pública, los nuevos ministros iniciaron una sesión privada para definir los protocolos que permitirán aplicar, desde ya, los criterios de austeridad y eficiencia. La toga ya no es blindaje. Es compromiso.

