Washington, D.C.— En medio de su gira de trabajo por Estados Unidos, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, sostuvo una reunión con la congresista republicana María Elvira Salazar, a quien calificó como “una mujer profesional y comprometida con la defensa de la democracia, la seguridad regional y el respeto a los derechos humanos”.
El encuentro, celebrado en el Capitolio, fue difundido por el propio Moreno en su cuenta de X, donde reiteró su respaldo a una “mejor relación entre México y Estados Unidos”.
La publicación se da en un contexto marcado por las denuncias que el priista ha anunciado contra el gobierno de Morena, al que ha acusado de perseguirlo políticamente y de encubrir vínculos con el crimen organizado. En semanas previas, Moreno adelantó que acudiría a organismos internacionales para denunciar lo que él llama una “narcodictadura comunista” en México.
Aunque no se detallaron los temas abordados en la reunión, el gesto diplomático con Salazar —integrante del Comité de Asuntos Exteriores del Congreso estadounidense— refuerza la estrategia de internacionalizar la narrativa opositora, buscando interlocutores en Washington que respalden su discurso de defensa democrática y señalamientos contra el régimen de la Cuarta Transformación.
La congresista Salazar, conocida por su postura crítica hacia gobiernos de izquierda en América Latina, representa un sector del Partido Republicano que ha promovido sanciones y presiones diplomáticas en la región. Su acercamiento con Moreno abre interrogantes sobre el tipo de relación bilateral que se busca construir desde la oposición mexicana: ¿cooperación institucional o alineamiento ideológico?
En un momento donde el gobierno mexicano defiende su soberanía frente a presiones externas —como la intención de catalogar a los cárteles como organizaciones terroristas—, el encuentro entre Moreno y Salazar se inscribe en una narrativa paralela: la de una oposición que busca legitimidad internacional para sus denuncias internas.

