La relación bilateral entre México y Estados Unidos volvió a tensarse tras las declaraciones del presidente Donald Trump, quien advirtió que podría usar fuerza militar en territorio mexicano para combatir a los cárteles, a los que calificó como “organizaciones terroristas que operan impunemente”.

La amenaza fue publicada en medios como The New York Times, Fox News y The Washington Post, donde se analiza el posible impacto de una intervención unilateral en suelo mexicano. Trump afirmó que “México ha perdido el control de su territorio” y que “Estados Unidos no puede seguir tolerando que el narco gobierne desde el otro lado de la frontera”.

La respuesta desde Palacio Nacional fue inmediata. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo declaró que “la soberanía no se vende, se defiende”, y calificó las declaraciones como “una provocación que desconoce la historia, la dignidad y la institucionalidad de México”.

Analistas internacionales han advertido que este tipo de discursos podrían escalar en el contexto electoral estadounidense, donde el tema migratorio y de seguridad fronteriza se ha convertido en eje de campaña. En contraste, México ha reiterado su compromiso con el combate al crimen organizado, pero bajo sus propios términos y sin subordinación externa.

El tema ha sido retomado por medios europeos como Le Monde y El País, que destacan el simbolismo de la respuesta mexicana en el marco de las celebraciones patrias. “México defiende su soberanía en el aniversario de su independencia, frente a una narrativa de intervención que revive viejos fantasmas”, publicó El País.

La tensión diplomática se suma a una agenda bilateral ya cargada por temas como el tráfico de fentanilo, la migración irregular, el comercio energético y la cooperación en seguridad. Pero esta vez, el tono ha cambiado: México no sólo responde, sino que marca límites.