En su artículo publicado en El Universal, el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, lanza una crítica frontal al gobierno de Morena, acusándolo de haber convertido la corrupción, la inseguridad y el desempleo en pilares de una política de Estado. A siete años de haber asumido el poder, sostiene que lejos de resolver los problemas que aquejaban al país en 2018, el gobierno los ha institucionalizado como mecanismos de control.
Moreno afirma que la “honestidad valiente” quedó reducida a consigna vacía. La corrupción no se combate, se administra desde Palacio Nacional, con contratos adjudicados a discreción, empresas fantasma recicladas y una opacidad blindada desde el poder. En materia de seguridad, denuncia un pacto tácito con el crimen organizado que ha cedido el control de amplias regiones del país, mientras los abrazos sustituyeron a las balas sólo en el discurso.
En lo económico, señala que el desempleo y la informalidad siguen siendo norma. Las promesas de crecimiento sostenido nunca llegaron, y el país se sostiene artificialmente en programas clientelares que generan dependencia, no productividad. La inversión extranjera se retrae, y el talento joven se enfrenta a un mercado laboral precario y sin horizonte.
Moreno también denuncia el deterioro de servicios públicos esenciales como salud y educación, con hospitales sin medicinas, escuelas sin infraestructura y maestros desmotivados. Acusa al gobierno de hipotecar el presente para sostener un modelo político-electoral que condena a las nuevas generaciones a menos oportunidades y más desigualdad.
La tesis central del artículo es clara: Morena no gobierna para transformar, sino para administrar la carencia. La corrupción asegura recursos para sus redes, la inseguridad paraliza a la sociedad, y el desempleo alimenta la dependencia. México no está en movimiento, concluye Moreno: está detenido, atrapado en un modelo que le niega futuro.

