Por Rosemarie Valdebenito – CCO Noticias

Lo que debía ser una jornada de memoria y exigencia de justicia por los hechos ocurridos en Tlatelolco en 1968, se convirtió este 2 de octubre en un episodio marcado por la violencia y el descontrol en la capital mexiquense. Manifestaciones que comenzaron con consignas y mantas derivaron en agresiones, destrozos y enfrentamientos que afectaron tanto a ciudadanos como a autoridades y periodistas.

De acuerdo con los reportes, un grupo de manifestantes actuó con violencia, atacando a transeúntes, policías y comercios en el centro de Toluca. La falta de un protocolo de contención adecuado llevó a que los elementos de seguridad pública se vieran rebasados, respondiendo con acciones que también fueron cuestionadas, pues entre los afectados hubo reporteros que únicamente realizaban su labor informativa. Sufrieron golpes por parte de la autoridad, represión, daño y robo de equipo.

A eso se sumó ciudadanos heridos por encontrarse en el lugar y momento equivocados, además de daños materiales que dejaron constancia del desorden. La imagen más impactante del día fue la de una patrulla incendiada sobre la calle Gómez Farías, casi esquina con Rayón, en pleno corazón de la ciudad, lo que generó alarma entre comerciantes y vecinos de la zona.

Ante estos hechos, el presidente municipal de Toluca, Ricardo Moreno Bastida, ofreció un posicionamiento en el que aseguró que “Las autoridades de seguridad municipal actuaron con responsabilidad y de manera preventiva, bajo los protocolos establecidos».

No obstante, las declaraciones no han sido bien recibidas por distintos sectores de la sociedad, que señalan una falta de sensibilidad y de autocrítica frente al manejo de la situación.

La conmemoración del 2 de octubre en Toluca evidenció la fragilidad de los operativos de seguridad frente a protestas sociales y la necesidad de replantear protocolos que garanticen tanto el derecho a la manifestación como la protección de la ciudadanía, periodistas y cuerpos policiales. En lugar de ser un espacio de memoria y reflexión, el día terminó dejando heridas físicas y sociales que aún reclaman respuesta.