Desde la tribuna de San Lázaro, la diputada federal Lorena Piñón Rivera alzó la voz en nombre de los veracruzanos que, tras las recientes inundaciones, enfrentan no solo la pérdida de sus hogares y seres queridos, sino también una embestida fiscal por parte del gobierno federal. En medio de la discusión sobre la reforma a la Ley Federal de Derechos, Piñón acusó que Morena pretende meter la mano al bolsillo de los damnificados, en lo que calificó como una política recaudatoria insensible y abusiva.

“Vengo ante este pleno con el corazón en la mano y la voz de Veracruz en la garganta”, expresó la legisladora, visiblemente afectada por la tragedia que azota al norte del estado. Denunció que mientras las familias siguen atrapadas entre el lodo y el duelo, el gobierno propone aumentos desproporcionados en trámites y servicios básicos, como el cobro de 294 pesos por autorizar la salida del país de menores de edad, un trámite que muchas familias necesitan para reunirse con sus seres queridos en el extranjero.

La diputada también criticó el encarecimiento del acceso a El Tajín, zona arqueológica emblemática de Veracruz, que ahora costará hasta 836 pesos para una familia de cuatro personas. “Aquí es donde Morena se quita la máscara del pueblo y revela su verdadero rostro fifí”, acusó, señalando que muchas de las familias afectadas dependen del turismo para sobrevivir.

El momento más duro de su intervención llegó cuando Piñón expuso el trasfondo de la desesperación fiscal del gobierno: el huachicol fiscal, que ha causado un daño de 600 mil millones de pesos al erario público. “Ese dinero podría haberse usado para construir drenajes, dragados, hospitales, y salvar vidas. Pero se fue por el caño de la corrupción sistémica, del peculado organizado, del saqueo institucionalizado”, denunció.

La diputada también arremetió contra las obras emblemáticas del sexenio anterior, como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles, calificándolas como “vanidad convertida en concreto” que succionaron recursos mientras Veracruz se hundía en la emergencia.

Al cerrar su participación, Piñón fue tajante: “Esta reforma no solo es injusta, es inmoral. Castiga a las familias, margina a los jóvenes, grava la cultura y exhibe una lógica autoritaria: la de un Estado que, incapaz de generar riqueza, opta por saquearla. El Estado mexicano no puede recaudar sobre las ruinas de su pueblo”.