Desde Bogotá hasta Barcelona, la trayectoria de Martín Esteban González López refleja una convicción profunda: transformar la realidad a través de la empatía, la educación y la comunicación. Comunicólogo por elección, escritor por selección natural y emprendedor social por misión existencial, este joven colombiano ha hecho de su vida un puente entre mundos que por años permanecieron separados.
Durante su reciente visita a la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), González compartió con estudiantes y docentes su visión sobre la inclusión académica, en una conferencia magistral dictada en la Facultad de Enfermería y Obstetricia. Ahí, relató el origen y propósito de Umanos Lab, el laboratorio de innovación social que fundó junto con su colega y amigo, Camilo Benavides, una persona sorda que soñaba con estudiar diseño gráfico, pero que fue rechazada por no poder pagar el costo de un intérprete de lengua de señas, diez veces superior al valor de la matrícula universitaria.
“Nos dimos cuenta de que el problema no era la discapacidad, sino el sistema educativo, que no está diseñado para todos”, afirmó González. Esa revelación fue el punto de partida de Umanos Lab, un proyecto que elimina barreras, crea entornos accesibles y conecta a personas con discapacidad con oportunidades reales de aprendizaje y empleo. Su modelo integra a docentes sordos y madres cuidadoras, generando no solo enseñanza, sino también comunidad y dignidad.
El comunicador, formado en el Politécnico Grancolombiano y actualmente estudiante de la Maestría en Innovación y Emprendimiento en Barcelona, explicó que su paso por el periodismo le enseñó que la información puede ser una herramienta de cambio social. “Los periodistas somos mensajeros de conocimiento. Tenemos la responsabilidad de transmitir mensajes que inspiren acciones, que generen empatía y que transformen realidades”, enfatizó ante la comunidad universitaria.
Su investigación sobre la comunidad sorda lo llevó a replantear el concepto de discapacidad desde una mirada cultural. Propone el término “sordedad”, que reconoce las prácticas comunicativas, la identidad y la riqueza cultural de las personas sordas. “Las personas sordas no sufren por su condición; lo que duele es la falta de oportunidades”, puntualizó.
En Umanos Lab, la inclusión no es un discurso, sino una práctica diaria. El 30 por ciento de los ingresos obtenidos a través de servicios de comunicación se reinvierte en su escuela de impacto, donde se ofrece formación a personas con discapacidad y a madres cuidadoras. “Educar sin ofrecer empleo solo perpetúa la exclusión, por eso vinculamos directamente a nuestros estudiantes con proyectos laborales reales. Queremos que aprendan, trabajen y crezcan en un entorno que los respete”, explicó.
Durante su estancia en México, González expresó su admiración por la calidez de los mexiquenses y por el compromiso de la UAEMéx con la inclusión. Sin embargo, también reconoció que en toda América Latina persisten desafíos comunes, como la necesidad de humanizar la academia. “Necesitamos que el docente deje de ser una figura lejana y se convierta en un acompañante. Que la universidad sea un espacio para equivocarse, crear, debatir y transformar”, subrayó.
El encuentro entre González y la comunidad universitaria mexiquense evidenció la afinidad entre su visión y los valores institucionales de la UAEMéx, que busca consolidarse como una universidad incluyente, accesible y socialmente responsable.
Antes de concluir su visita, Martín dejó un mensaje que resume su filosofía de vida: “La política no nos salva, la educación sí. Todos somos parte del cambio, desde la casa, la escuela o la universidad. Lo importante es caminar con esperanza y recordar que imaginar un mundo diferente es el primer paso para construirlo”.
Con proyectos como Umanos Lab, Martín Esteban González López demuestra que la verdadera innovación no solo se mide en avances tecnológicos, sino en la capacidad de reconocer la humanidad en el otro y convertir la empatía en acción. Su paso por la UAEMéx deja una huella profunda: la certeza de que la inclusión no es una meta futura, sino una tarea presente.

