La Organización Panamericana de la Salud (OPS) lanzó una advertencia contundente: México encabeza las muertes por sarampión en la región y enfrenta el riesgo inminente de perder su estatus como país libre de esta enfermedad, logro que había alcanzado en 2016 tras décadas de campañas exitosas. El informe revela un retroceso que no solo preocupa a la comunidad médica, sino que exhibe las grietas de la política sanitaria en los últimos años.
Los datos son alarmantes: al 7 de noviembre de 2025, se han confirmado más de 12,500 casos de sarampión en América, de los cuales México concentra 5,231 contagios y 23 defunciones, el mayor número en la región. El 95% de los casos se concentran en Canadá, Estados Unidos y México, lo que supone un incremento 30 veces superior respecto a 2024. La OPS advierte que el 89% de los infectados no estaban vacunados o tenían estatus vacunal desconocido, una señal inequívoca de la caída en las coberturas.
Durante los gobiernos anteriores, México fue ejemplo mundial: más del 90% de los niños completaban su esquema de vacunación, lo que permitió erradicar el sarampión endémico y obtener la certificación regional. Hoy, la realidad es otra: la cobertura nacional apenas alcanza el 80% para la primera dosis y 69% para la segunda, muy lejos del 95% recomendado para cortar la transmisión.
La OPS atribuye el repunte a brechas de vacunación, problemas de abasto y desinformación, factores que se agravaron con la pandemia y con decisiones administrativas que ralentizaron la compra y distribución de biológicos. Expertos señalan que desde 2019 se dejaron sin vacunar millones de niños por retrasos en adquisiciones, lo que abrió la puerta a brotes que hoy comprometen la salud pública.
El panorama es crítico: si México no interrumpe la transmisión antes de febrero de 2026, perderá la certificación de eliminación del sarampión, un retroceso histórico que la OPS considera “reversible” solo si se intensifican las campañas de inmunización y se recupera la confianza en las vacunas. Mientras tanto, brigadas recorren comunidades rurales y se instalan megacentros de vacunación, pero la meta parece lejana.
¿Cómo llegamos aquí? Una década de debilitamiento del Programa Nacional de Vacunación, sumada a discursos antivacunas y a la percepción errónea de que las enfermedades prevenibles son cosa del pasado, creó la tormenta perfecta. Hoy, el país que presumía liderazgo sanitario enfrenta una paradoja: el sarampión, una enfermedad que se puede evitar con dos dosis seguras y efectivas, vuelve a cobrar vidas en pleno siglo XXI.

