Por primera vez en la historia, el Grupo de los 20 (G20) celebra su cumbre en suelo africano. Johannesburgo se convirtió este sábado en el epicentro de la diplomacia mundial con la inauguración del encuentro, bajo la presidencia rotatoria de Sudáfrica y marcado por un contexto geopolítico complejo, ausencias notables y una agenda ambiciosa.

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, abrió la sesión con un llamado firme al multilateralismo y a la cooperación global frente a “las amenazas que enfrenta hoy la humanidad”. “Los desafíos que enfrentamos solo pueden resolverse mediante colaboración y alianzas”, afirmó, subrayando la necesidad de reforzar la credibilidad del foro y enviar una señal clara de unidad ante crisis como la guerra en Ucrania, el cambio climático y la creciente desigualdad.

La cumbre, que se desarrolla los días 22 y 23 de noviembre en el Centro de Exposiciones Nasrec, reúne a líderes de las principales economías del mundo y países emergentes, aunque con ausencias significativas: Estados Unidos, China, Rusia, Argentina y México no están representados por sus jefes de Estado, aunque enviaron delegaciones de menor rango. La ausencia estadounidense responde al boicot del presidente Donald Trump, quien acusó sin pruebas al gobierno sudafricano de “violaciones de derechos humanos” y criticó la agenda centrada en clima y equidad global.

Pese a las tensiones, los líderes adoptaron de manera inédita una declaración conjunta al inicio de la cumbre, en lugar de al cierre, como es tradición. El documento reafirma el compromiso con la Carta de la ONU, llama a una paz “justa y duradera” en conflictos como Ucrania, Sudán, la República Democrática del Congo y Palestina, y destaca la urgencia de enfrentar el cambio climático y aliviar la carga de deuda en países vulnerables. También aborda transiciones energéticas justas, sistemas alimentarios sostenibles y la gestión de minerales críticos, esenciales para la economía digital y verde.

Sudáfrica, anfitrión y líder de la agenda, busca que esta cumbre marque un punto de inflexión para el continente y para el multilateralismo. Bajo el lema “Solidaridad, igualdad y sostenibilidad”, el foro se articula en tres grandes sesiones: crecimiento económico inclusivo, reducción del riesgo de desastres y transición energética, y un futuro justo con empleo digno e innovación tecnológica. La presidencia sudafricana insiste en que esta cita “lleva las esperanzas y debe reflejar las aspiraciones de los pueblos de África y del mundo”.

En paralelo, las negociaciones sobre el plan de paz impulsado por Washington para Ucrania dominan las conversaciones informales, mientras líderes europeos advierten que cualquier acuerdo debe respetar la soberanía y la integridad territorial. Emmanuel Macron, presidente de Francia, lanzó una advertencia sobre el riesgo de declive del G20 si no logra resultados concretos: “Estamos viviendo un momento en que el foro podría perder su razón de ser si no se remobiliza colectivamente”.

Con más de 40 delegaciones presentes y bajo estrictas medidas de seguridad, la primera cumbre africana del G20 simboliza tanto la oportunidad como la fragilidad del multilateralismo en tiempos de crisis. El reto ahora es convertir las palabras en acciones que respondan a los desafíos globales y eviten que este histórico encuentro quede marcado solo por las ausencias y las tensiones diplomáticas.