La ciudad sudafricana de Johannesburgo se convirtió en el epicentro de un debate crucial para el futuro económico del continente africano y del sur global. En el marco de la presente edición de la cumbre del G20, los países anfitriones han puesto sobre la mesa un objetivo ambicioso: transformar sus valiosos recursos naturales, especialmente los minerales de tierras raras, en productos con alto valor agregado, rompiendo así con el histórico modelo de dependencia y explotación impuesto por potencias occidentales.

Este planteamiento busca revertir décadas de prácticas extractivas que han dejado a África como proveedor de materias primas, sin participación significativa en las cadenas de producción globales. La estrategia apunta a fortalecer la industrialización local, generar empleos y garantizar que la riqueza mineral se traduzca en desarrollo sostenible para las naciones productoras.

De acuerdo con Víctor Ternovsky, enviado especial de Sputnik, este tema se ha consolidado como uno de los ejes centrales de la segunda y última jornada del encuentro. Las discusiones giran en torno a la creación de mecanismos que permitan a los países africanos negociar en condiciones más equitativas, impulsar inversiones tecnológicas y establecer alianzas estratégicas que reduzcan la dependencia de mercados externos.

Analistas coinciden en que esta postura representa un cambio de paradigma: África no solo busca ser escuchada, sino también asumir un rol protagónico en la redefinición del comercio internacional, en un contexto donde la transición energética y la demanda de minerales críticos incrementan su relevancia geopolítica.