En un ambiente donde se mezcló la festividad tradicional con el luto, habitantes del municipio de Tetlatlahuca, en Tlaxcala, dieron el último adiós a Humberto, el empresario restaurantero que fue ejecutado el pasado sábado 22 de noviembre frente a su hija.

Mientras la investigación de la Fiscalía estatal sigue su curso, la comunidad optó por despedirlo honrando su mayor pasión: el carnaval. El cortejo fúnebre recorrió las calles no solo con llanto, sino con el estruendo de la música de banda y la presencia de su «camada» (grupo de danzantes), quienes escoltaron el féretro hasta el panteón municipal.

Una de las imágenes que marcó la jornada fue la de su hija, testigo del ataque en Santa Cruz Aquiahuac, abrazando el retrato de su padre durante el recorrido, encabezando el reclamo silencioso de una familia quebrada por la inseguridad.

«Ofrendamos nuestra energía»: El adiós de la Camada

Amigos cercanos relataron que Humberto, quien había logrado expandir su negocio de pizzerías a tres municipios, era un promotor activo de las tradiciones de Tlaxcala.

A mi hermano Humberto le encantaba el carnaval (…) el día de hoy venimos a ofrendarle nuestras ganas, nuestro entusiasmo, nuestra energía y nuestro amor, porque él era más que un hermano para nosotros», expresó uno de los presentes, que se identificó como amigo del empresario.

«El mal viene de años»

Más allá del homenaje, durante el sepelio también se lanzaron gritos de justicia. Vecinos entrevistados durante el cortejo señalaron que la violencia ha comenzado a «consumir» a las comunidades que antes se consideraban pacíficas, transformando las fiestas patronales en escenarios de riesgo.

Este mal viene completamente de años, por eso estaba lejos, no nos alcanzaba. Se ha permitido que crezca (…) los jóvenes son gente buena que ya han sido arrastrados y consumidos por ese tipo de actividades violentas», sentenció Juana Mora, vecina del lugar.

La percepción de inseguridad opacó el cierre de la fiesta patronal de Tetlatlahuca, que concluyó oficialmente este lunes. Rosalía Mora Zárate, habitante de la zona, resumió el sentir colectivo: «Tetlatlahuca estaba de fiesta y terminó en tragedia. Ahorita todo un mes es de fiesta, pero es imposible tener paz».

Fuente: excelsior