Pekín lanzó un mensaje directo a Washington tras la orden de Donald Trump de imponer un bloqueo naval total contra los buques petroleros venezolanos. El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, sostuvo una conversación con su homólogo venezolano, Yván Gil, en la que reafirmó el respaldo firme de China a la soberanía de Venezuela y condenó lo que calificó como “intimidación unilateral” por parte de Estados Unidos. “China apoya a todos los países en la defensa de su soberanía y dignidad nacional”, declaró Wang, según un comunicado oficial difundido por la Cancillería china.
Medios como Xinhua y Global Times destacan que Pekín considera estas acciones una violación flagrante del derecho internacional y de la Carta de la ONU. “Venezuela tiene derecho a desarrollar de manera independiente relaciones de cooperación mutuamente beneficiosas con otros países”, enfatizó Wang, quien recordó que China y Venezuela son socios estratégicos y que la confianza y el apoyo mutuos son una tradición en sus relaciones bilaterales. El mensaje es inequívoco: el tablero del Caribe ya no es solo un conflicto entre Estados Unidos y Venezuela, sino un escenario donde se juega el equilibrio global entre potencias.
Pero detrás de esta postura política hay un cálculo económico que preocupa a los mercados: el cerco estadounidense podría alterar el flujo de crudo hacia Asia y disparar la volatilidad global. China es uno de los principales compradores del crudo Merey venezolano, utilizado por sus refinerías independientes para producir betún y otros derivados. Según Bloomberg, Pekín mantiene reservas flotantes en petroleros cerca de Asia que le permitirán cubrir su demanda hasta marzo de 2026. Después de esa fecha, si el bloqueo persiste, China enfrentará un déficit que podría obligarla a recurrir a proveedores alternativos como Canadá, pagando hasta 10 dólares más por barril. El crudo venezolano se vende con descuentos de hasta 12 dólares frente al Brent, lo que lo convierte en una opción estratégica para la industria china. Perder ese acceso encarecería costos y afectaría la competitividad de sectores clave como infraestructura y transporte.
El impacto no se limita a Asia. Tras el anuncio del bloqueo, el Brent superó los 60 dólares por barril y el WTI se acercó a los 56 dólares, borrando pérdidas acumuladas y marcando un giro en la tendencia bajista. Los futuros del crudo subieron hasta 2,5%, impulsados por el temor a interrupciones prolongadas en el suministro. Aunque Venezuela representa menos del 1% de la producción global, la militarización del Caribe introduce un factor de riesgo que eleva la prima para navieras y aseguradoras, encarece triangulaciones clandestinas y presiona al alza los precios del crudo pesado, esencial para refinerías en Asia y Europa. Analistas advierten que la estrategia estadounidense podría replicarse contra otros países sancionados, como Irán, lo que aumentaría la incertidumbre en un mercado que ya enfrenta señales de exceso de oferta para 2026, según la Agencia Internacional de Energía.
Mientras Washington endurece su postura, China refuerza su alianza energética con Caracas. Más de 600 acuerdos bilaterales en petróleo, minería y tecnología consolidan una relación que trasciende lo comercial y se proyecta como un desafío geopolítico a la hegemonía estadounidense. Pekín no solo garantiza compras de crudo, sino que invierte en infraestructura y zonas económicas especiales en Venezuela, buscando asegurar cadenas de suministro críticas para su transición industrial. “La cooperación energética con China es el motor del desarrollo soberano de Venezuela”, declaró PDVSA, que envía más de 500.000 barriles diarios al gigante asiático, cifra que podría duplicarse en los próximos años si se logra sortear el cerco naval.
La tensión escala y el mundo observa: el Caribe se convierte en la nueva línea de fractura entre la hegemonía estadounidense y el desafío chino. Cada barco que zarpa desde la Faja del Orinoco hacia Asia es hoy un símbolo de resistencia y un detonante de volatilidad en los mercados. La guerra por el petróleo ya no se libra solo en los mercados: se juega en alta mar, bajo la sombra de portaaviones y acuerdos estratégicos.

