La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), a través de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, fue sede del VIII Coloquio Internacional de Crítica del Lenguaje, un espacio académico dedicado a reflexionar sobre los múltiples sentidos del silencio como estrategia para responder y enfrentar la crítica del lenguaje en el mundo contemporáneo. En un contexto donde las palabras parecen dominar el debate público, la discusión académica propuso mirar hacia aquello que no se dice, pero que comunica, transforma y, en muchos casos, interpela.

Como parte central de las actividades, se impartió la conferencia magistral titulada “Silencio: ¿categoría teórica o unidad de análisis en la Ciencia de la Comunicación?”, a cargo del investigador universitario Juan Carlos Ayala Perdomo. Durante su intervención, el académico subrayó que desde los estudios de comunicación el silencio no puede seguir siendo entendido únicamente como ausencia de habla. Por el contrario, debe reconocerse como un recurso comunicativo cargado de significado, capaz de transmitir emociones, construir vínculos, negociar relaciones de poder y detonar procesos sociales.

Ayala Perdomo explicó que, en la investigación cualitativa, el silencio se ha consolidado como una entidad analítica que permite comprender mejor las dinámicas interpersonales. En determinados contextos, dijo, callar no implica pasividad ni sometimiento, sino una forma intencional de comunicación. Este recurso puede estar lleno de matices: puede ser resistencia, puede ser refugio, puede ser protesta, pero también puede representar imposición, violencia simbólica o exclusión. Por ello, destacó que incluso puede considerarse como la forma más ancestral de expresión significativa de la especie humana.

Uno de los ejes más relevantes de su exposición fue la dimensión cultural y social del silencio. “El silencio varía culturalmente, con interpretaciones y valores que dependen de las sociedades y sus contextos”, afirmó. Desde esta perspectiva, señaló que México tiene amplios retos y oportunidades de análisis, particularmente desde el enfoque de género. Los roles tradicionales, los estereotipos de género y las condiciones de clase social siguen condicionando quién puede hablar, quién debe callar y bajo qué circunstancias el silencio se vuelve una obligación o una herramienta de protección.

En el ámbito político y social, señaló que el silencio también está íntimamente ligado a procesos de adiestramiento social. En espacios públicos, donde la vigilancia, la opinión colectiva y la presión social son más intensas, muchas personas optan por no expresar sus ideas para evitar señalamientos o consecuencias adversas. Sin embargo, el escenario digital ha modificado estas dinámicas. “En tiempos de redes sociales e internet, el silencio puede hacerse viral o convertirse en un virus, para bien o para mal, pues en algunos casos funciona como un llamado a la acción o como una amenaza”, puntualizó. Callar en plataformas digitales, explicó, también puede ser interpretado como postura, complicidad, desafío o estrategia.

Finalmente, el investigador destacó que el silencio no siempre es individual. En la vida social, puede entenderse como la suma de múltiples voces colectivas que emergen en distintos momentos históricos. Movimientos sociales, procesos comunitarios y transformaciones culturales han demostrado que el silencio puede convertirse en una expresión compartida de identidad o resistencia.

El coloquio reunió a especialistas nacionales e internacionales, quienes enriquecieron la discusión desde diversas perspectivas académicas. Entre las y los asistentes destacaron el investigador de la Universidad Nacional de Jujuy, Argentina, Carlos González Pérez; Dayhanna Garzón Cantor, de la Universidad del Tolima, Colombia; Oneibys Torres Figueroa, de la Universidad Autónoma Metropolitana; así como Carlos Edwin Morón García y Verónica Trujillo Mendoza, de la Universidad Intercultural del Estado de México.