Por Daniel Lee

En los últimos días, hemos sido testigos de una serie de eventos que amenazan con socavar la estabilidad en el crucial sector de la salud en el Estado de México. El cierre de calles, las acciones desestabilizadoras y las demandas sindicales sin fundamentos claros, son señales preocupantes de discordia que deben ser abordadas con prontitud y determinación.

El Sindicato de Trabajadores del Sistema Nacional de Salud de Antonio Monroy Gutiérrez, ha sido el centro de atención debido a sus acciones que van en contra de la estabilidad laboral y la armonía institucional.

La exigencia de licencias sindicales y la reincorporación de trabajadores despedidos por motivos de afiliación sindical, sin un respaldo claro de representatividad sindical reconocida por las autoridades pertinentes, plantea serias dudas sobre la legitimidad de este sindicato.

Es especialmente preocupante que estas acciones hayan alcanzado niveles de violencia, como lo evidencian los recientes ingresos violentos a las instalaciones de la Secretaría de Salud. Tales actos no solo ponen en peligro la integridad física de las personas, sino que también perturban el funcionamiento normal de las instituciones y socavan la confianza en el sistema de salud pública.

Es fundamental destacar el compromiso y la disposición al diálogo mostrados por la doctora Macarena Montoya Olvera, titular de la Secretaría de Salud del Estado de México. Sin embargo, es imperativo que las demandas sindicales se ajusten a los principios de legalidad y transparencia.

La legitimidad de un liderazgo sindical debe ser validada por las autoridades competentes y no puede basarse únicamente en acciones disruptivas y demandas infundadas.

La gestión de la doctora Montoya al frente de la Secretaría de Salud ha estado marcada por un enfoque claro en mejorar el sistema de salud con transparencia y eficiencia, pero estos esfuerzos se ven amenazados por intentos de desestabilización que buscan socavar los avances logrados y desacreditar los esfuerzos de la Cuarta Transformación en el ámbito de la salud pública.

Lo cierto es que la autoridad laboral en el Estado de México debe asumir medidas firmes que salvaguarden la estabilidad en el sector de la salud. Es necesario garantizar que se respeten los principios de transparencia y legalidad en todos los procesos sindicales y que se proteja el bienestar tanto de los trabajadores de la salud como de la población a la que sirven.

En tiempos de desafíos como los actuales, la unidad y la colaboración son esenciales para superar obstáculos y avanzar hacia un sistema de salud más justo, equitativo y eficaz para todos los mexiquenses.